Mirando al techo no voy a encontrar respuestas,los nudos de la madera me entretienen,pero no forman figuras al azar.
Siento que no soy la persona de la que me avergonzaba ayer, genero mucho ruido, pero todavía no me muevo.
Las cenizas siguen en mi ventana, pero no en mi puerta.Aunque no pueda divisar todavía la luz,y tenga que enfrentar la inmensidad, no significa que me tenga que quedar.
Es mi principio, y hasta ahora mi fin, me deshace tanto, que vuelvo a ser. Tengo frío, pero ya no tengo miedo. Aprendí hasta imaginar, que ya no lo veo en mi.
Tantas noches lo vi durmiendo, que pensaba que era yo la que soñaba, quería que alguien me sacuda para ver sí era realidad, pero rezaba por no despertar. Estas últimas noches lo tuve al lado mio, y ya estaba tan convencida que era mentira que optaba por no sentir...mi corazón lentamente se enmudeció.
Quizás no todos estamos listos, la pendiente de mi casa me invita a yacer, a mirar por ultima vez su estrella.Siempre ilumina mi camino, el fulgor aparece cerca de mi corazón, aletea como mil pajaros y me dejan sin respiración, agotada, agobiada.Quizás en otro cielo brillara, pienso, y me transformo en perecedera de aquellos días de refugio y moscas blancas.
Voy a estacionar mi auto en su esquina, como todos esos días en los que bajaba el sol, y yo veía su desolación. Mi gratificante porción del día, que comparta mi dolor,y las palabras del alma. Voy a disfrutar de su andar, su último andar.