Sus ojos siguen secos, agotados.Recuerda la última noche, sus labios tersos al contacto con el vidrio,pero la garganta seguía intacta deshidratada y con ganas de pronunciar un aullido. Nada le devuelve esa noche.Ya había madrugado,pero seguía siendo de noche hasta que los párpados se toquen.Abrí la caja de pandora, astuta inquietud, me devuelve en escupir mis ojos curiosos.
Debo confesar quizá sea el miedo el culpable de los engranajes atados al motor de mis energías.y donde quedan mis respuestas, donde las podre hallar ahora...mirando de reojo el espejo,llena de sombras;pero todo lo que toco lo hago día.La luz tenue me sienta bien, mi color rojizo en el pelo, hace relucir mis ojos color miel.Sin embargo no puedo retar mi palidez a la oscuridad de la noche, nada la camufla.El cielo se torna de rubio seco,imita ser de día, pero en el fondo anuncia la tempestad de la noche, que martirio es esta tormenta, suave pernoctar.
No creo ser su tipo -examinaba en mi mente- mientras él recoje mi pensamiento, y me murmura en el oído, tu eres el tipo de cualquier hombre. Sin pronunciar una palabra se quedo a mi lado toda la noche, esperando a que concilie el sueño, sabia que me costaba descansar. No se detuvo en ningún momento, me acariciaba la espalda y el cabello todo el tiempo, temían que sus manos se agobien, pero sus ganas vencían su paciencia.
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