Toda la furia se fue decantando, convirtiéndome en un ente más.
Como todas las promesas rotas que fui haciendo, vos fuiste una más;
esperándote en el valle, esperando por esa voz que nunca escuche llegar.
Son las ocho y veinte, y yo quisiera volver a ser la siempre, volver a ser la inalcanzable,
la que nunca dice adiós, la que se va sin dejar puntos finales.
Yo estoy harta de desafiarme en un espejo, de buscar respuestas en algun baño
de esperar el milagro, de ahogarme entre halagos que nunca llegan a nada.
El me decía que se quería casar conmigo, y yo sentía que podía ser alguien más, alguien mejor, alguien diferente, que decide salir del charco y no mirar atrás.
Entre hombres que buscan mi vientre para crear, entre hombres que buscan de mi, un trofeo más, entre hombres que esperan verme caer o que desean no verme nunca más.
Yo voy a ser el cáncer de alguien, o la droga de un inconsciente más.
Esperando el aplauso, voy sacando de mis manos, lo que el corazón anhela por gritar.
Viviendo día a día, cómo una enfermedad más, entre mis ojos que mueren por descansar, entre mi cuerpo cansado por el tiempo, y cuando creo que ya no hay esperanza, el día me sorprende con una promesa más, con un sueño anhelando por despertar.
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