
El insomnio impide que cierre los ojos, y cuando logro cansarme, los fantasmas no me dejan en paz, golpean mi puerta, la abren unos diez centímetros, y la vuelven a cerrar.
Siguen mis obras por la mitad,mis lienzos, mis escritos, mi guitarra, todo a un costado, no tengo ganas de nada.
Tanto talento por derrochar, mi materia gris, se rehuse a progresar.
Todo lo detesto, la gente que veo en la calle, los que ríen, los que aman, los que pueden expresar.
Me he vuelto tan efímera,tan ermitaña en mi andar, mi cama mantiene mi huella, ya no me quiero levantar...
Las golondrinas de mis hombros me ayudan a volar,eso quiero... mi libertad, ya no me interesa estar bien.
Era un domingo como cualquier otro, mi cabeza se había ido a pasear, cuando mis manos me forzaron a actuar,reía como loca, mi expresión juro que era otra,pero en el espejo moría por festejar, le entregue mi vida en un instante, quería despegar... y sentí tanto poder sobre mi, podía alcanzar la gloria matando me aún más.
El llego un rato después, no se si porque se lo dije, o lo presintió,lloraba a mi lado rogando que me detuviera, ya no hay nadie que me ame, no hay nada que perder, en instantes todo sera placer,quería entrar había dejado una nota, Narciso Indigo yacía en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario